Los nativos de GEMINIS no son jamás grandes amantes. Lo que les va es la amistad, la camaradería. La gran pasión, la sexualidad, el amor capaz de arrollarlo todo no les va. Su actitud ante el amor y la sexualidad es de pura curiosidad. Además, su psicología les impulsa a cambiar. A querer hoy a una persona y mañana a otra, a saltar de pareja en pareja con más frecuencia que el resto de los mortales.
Posee ese brillo estupendo y superficial, esa intrascendencia que no se encuentra en el atuténtico amor. Para él, el amor que constituirá un terreo ideal de expansión de su psicología, para hablar, para divertirse y que se diviertan con él, etc. Pero esto impone una ligereza, una forma de ser voluble, una intrascendencia que no admite el amor. Lo que no quiere decir que estos nativos no se enamoren. Y que no lo hagan profundamente. Pero no definitivamente, con una huella imborrable quye no marca para toda la vida, que nos moldea el carácter.
Una amistad espiritual con el sexo opuesto le va perfectamente. Llegará a hacerse imprescindible, recogerá todo tipo de confidencias, será quien apoye, ayude en los momentos de crisis, el que nos salve de caer en la culpabilidad... Porque este nativo es un gran camarada y está al servicio de los demás sin dejar de estarlo a su propio servicio.
GEMINIS simboliza la juventud. Y es en ella donde se da de verdad esa amistad entrañable, capaz de arrastrar todos los inconvenientes, capaz de salvar tantas y tantas vallas.
Podría resumirse su actitud ante el amor diciendo que le atrae la aventura del amor, pero que le repele la tragedia del amor consumado. El flirt, la aventura, la experiencia que no llega a comprometer, le sitúan en un terreno para el que está predispuesto, donde está seguro. Entrar en el amor, flotar dentro de él sin dejarse jamás coger realmente, salir de él... Y volver a buscar, para entrar de nuevo en ese juego lleno de encanto y excitación. Hay signos zodiacales que buscan la tragedia en amor. Y los hay que buscan la delicia en él. A estos últimos pertenece GEMINIS.
GEMINIS no sabría ser fiel a un sentimiento, a menos de caer en un aburrimiento mortal, a menos de sentirse anulado. La conquista de otra persona está llena de excitación. Conquistad ala persona, se entra en un camino donde lo ligero se hace pesado; lo intrascendente y agradable, profundo y hasta monótono, molesto. En la conquista está la emoción, la excitación, el halago de la vanidad propia, un juego de lleno de agrado. Efectuada la conquista, todo eso cambia, dando paso a la responsabilidad, a días que son en realidad unos iguales a otros...
El nativo de GEMINIS, obra siguiendo los dictados de su psicología profundamente influenciada por Mercurio. Y Mercurio es el símbolo de la juventud, de las relaciones sociales, del contacto con amigos, vecinos, parientes. Y los viajes. Independientemente de ello, Mercurio determina una decisiva influencia de agilidad mental, de diplomacia. Y de dispersión, inestabilidad.
En sus reacciones es tolerante, comrpensivo con los errores y debilidades ajenos. Nadie para calar en el corazón de los demás como ellos, para inclinar la balanza de lo sentimental hacia su propio interés.
Los que se enamoran de estos nativos no deben fiarse jamás de ellos. Porque está la posibilidad de dos personas amadas a la vez, incluso, de dos matrimonios. Afortunado, sin embargo el hombre que goce de la amistad amorosa de una nativa de GEMINIS. O de la mujer que logre la camadería auténtica, desinteresa de un geminiano. Porque éste -compañero o compaéra- se interesarña de verdad por sus problemas, solucionará cualquier conflicto que surja y dará consejos de plena utilidad.