Todo lo que se puede decir de este signo, es bueno, excelente. PISCIS, el último del Zodiaco, posee la BONDAD, el ALTRUISMO, la GENEROSIDAD. Estas tres palabras (con mayúsculas) son las que mejor los simbolizan. PISCIS será en muchos casos la bondad misma, el altruismo llevado a sus mejores extremos, el auténtico símbolo de este tipo de personas que no existen para sí mismos, pero sí para los demás. Por si fuera poco, representan intelectualmente la comprensión. La bondad unida a la comprensión. ¿Por qué extrañarnos, entonces, que sean las mejores personas del mundo? Una intuición poderosa se une a las otras dos características principales.
El misticismo y la religiosidad serán terreno favorable para todas sus características positivas y se expansionará en ellos con plenitud. Incluso en aquellos nativos ajenos a la inquietud de tipo religioso, ésta les llevará, en ocasiones, a formularse preguntas de tipo metafísico y a obrar como bajo un impulso de acercamiento al misticismo. En determinadas circunstancias, su capacidad para el sacrificio le predispone para tareas que se podrían calificar de sublimes. Eso con nativos de mucha altura, no en los corrientes. Para el normal, existe la caridad a ejercer en los demás, incluso con los animales; la ternura volcada hacia los que le rodean, la ocmprensión y auida que prestará en todas las ocasiones, aun sabiendo que están abusando de él. Por este motivo, a veces, se convierte en víctima.
PISCIS es ingenuo. No posee dentro maldad, y por ello no la ve en los que le rodean. Pero desde joven advertirá, en contra de sus deseos, que la vida es conquista, lucha despiadada, aunque tratemos de convertirla en razonable y atribuirnos mutuamente buenas intenciones. Sin embargo, después d ela decepción, PISCIS volverá a ser como era, generoso, volverá a confiar en los demás y a convertirse en víctima del egoísmo y pequeñez de cuantos le rodean.
Por otra parte, el nativo de PISCIS fluctúa en muchas ocasiones de una a otra amistad, de una a otra persona. ¿Es versátil? Creemos que lo que ocurre es que se siente predispuesto a complacer a todos, a comprender todo problema que se le plantee o que él capte sin necesidad de explicaciones.
Sus defectos, nunca graves, le perjudican a él y no a los demás. Son, entre otros, los siguientes: voluntad sujeta a la influencia de los demás. Excesiva tendencia a estar a bien con los demás. Falta en muchas circunstancias de auténtica confianza en sí mismo. Pereza, abulia, desinterés para los problemas positivos o prácticos de la vida. Obra en ocasiones bajo caprichos momentaneos, no bajo una línea marcada. Indecisión frecuente. Exceso de confianza en todos. Demasiado impresionable. Como ya hemos dicho, y se advierte con facilidad, son éstas unas características que más bien perjudican al propio nativo, apartándole de sus verdaderas posibilidades.